Un irrigador dental o irrigador bucal, es un dispositivo que lanza un chorro de agua a presión muy fino que permite arrastrar y retirar en profundidad restos de comida y placa retenidos en zonas donde a veces los cepillos no llegan. Es un aparato que complementa muy bien la higiene bucal diaria por lo que es recomendable utilizarlo en combinación con el cepillo y la seda dental.
¿Qué tipos puedo encontrar?
• Inalámbricos. Suelen ser pequeños y fáciles de transportar, por lo que son los más versátiles, aunque no tienen tanta potencia como los que tienen cable.
• Con cable. Suelen ser los de mayor tamaño, por lo que suelen colocarse de forma fija en el baño enchufado a la toma eléctrica. Hay que tener en cuenta que hay que rellenar el depósito con agua cada vez que se quede vacío.
• Para el grifo. Es de los más comunes y se conecta a la toma de agua.
• De ducha. Es similar al anterior, pero en vez de al grifo se conecta a la alcachofa de la ducha. Lo bueno es que no necesita pilas ni hay que rellenar el depósito, pero son bastante aparatosos.
• Regulables. Los irrigadores de presión regulable son los más costosos pero una buena opción para aquellas personas con encías sensibles.
¿Qué beneficios tiene?
A continuación, hablaremos de algunos de los beneficios de utilizar esta herramienta:
1. Es muy fácil de utilizar. Lo único que tienes que hacer es colocar la boquilla, activarlo y apuntar el chorro de agua hacia las encías.
2. Previene enfermedades bucales. Es una herramienta que ayuda a reducir la placa dental, por lo que si lo incluimos en nuestra rutina de limpieza bucal podemos ayudar a prevenir enfermedades como la gingivitis o la periodontitis.
3. Boca más limpia y fresca si llevamos prótesis fijas o removibles. Permite limpiar zonas de la boca de difícil acceso. Normalmente, cuando nos cepillamos hay zonas donde es difícil higienizar bien, por lo que, si utilizamos un irrigador, será mucho más sencillo eliminar los posibles restos de comida y de placa bacteriana que puedan quedar contribuyendo a dejar la zona limpia.
4. Hay multitud de modelos. Es una herramienta que se adapta a todo tipo de necesidades pudiendo elegir el tipo más adecuado para tus condiciones bucodentales.
5. Reduce el nivel de inflamación. La limpieza más profunda permite que encías inflamadas puedan recuperarse. Además, el irrigador puede utilizarse con colutorios específicos para incrementar su eficacia en algunos casos contribuyendo a una disminución más notable de la placa bacteriana favoreciendo una disminución de la inflamación.
¿Cuándo debo utilizar un irrigador bucal?
Es una herramienta que todo el mundo puede utilizar, ya que ayuda a tener una correcta higiene bucodental porque complementa perfectamente el cepillado de dientes. Se recomienda especialmente su uso en los siguientes casos:
• Personas con ortodoncia, ya que la comida tiende a quedarse “atrapada” debajo de los arcos y entre los brackets, por lo que los irrigadores son ideales para retirar estos restos de comida en las zonas más difíciles.
• Personas con puentes fijos sobre dientes o implantes. En algunos casos, este tipo de prótesis genera una serie de espacios y recovecos donde la comida puede acumularse con relativa facilidad. En estos casos con el irrigador podremos quitar los restos de zonas donde el cepillo muchas veces no llega.
• Acumulación de restos de comida entre los dientes. No todas las personas tienen la misma tendencia a que esto les pase, pero en el caso de tener un problema de alineación en los dientes o incluso espacios, es relativamente frecuente este problema, por lo que el uso de un irrigador puede facilitar la higiene bucodental.
• Sangrado de encías. Las enfermedades gingivales producen una inflamación en la encía y el uso descuidado de la seda dental puede llegar a ser dañino para la encía. Un irrigador utilizado de forma suave en este caso puede ser una mejor opción para evitar dañar nuestra encías.
• En cualquier persona que quiera complementar su higiene bucal para sentir la boca más limpia y más fresca.